Fideicomisos
Los esfuerzos tradicionales de conservación se enfocan en proteger áreas vírgenes removiendo a los humanos del panorama, pero evitan proteger tierra agrícola. Sin embargo, debemos prestar atención al potencial de conservación que hemos ignorado cuando hacemos la transición de sistemas de producción ganadera a una agricultura basada en plantas. Esta renaturalización de tierra usada anteriormente para ganado va a requerir manejo activo. En muchas áreas del planeta, los fideicomisos demuestran que los seres humanos somos capaces de actuar como administradores activos de regeneración ambiental.
Los fideicomisos (Community Land Trusts o CLTs) son organizaciones sin fines de lucro que retienen terreno en comunas en beneficio de la comunidad. Como tal, pueden servir de administradores a largo plazo para prácticas regenerativas del terreno, para asegurar domicilio asequible, para mantener o restaurar espacios de la comunidad, edificios municipales y cualquier otro recurso de valor en nombre de la comunidad.
Existe una diversidad de modelos de CLTs alrededor del mundo en los que la propiedad puede ser poseída, usada y gobernada por el fideicomiso. Cada modelo es único conforme al contexto cultural y comunal.
RAÌCES Global colabora con organizaciones sin fines de lucro y otros individuos para ayudar a los CLTs en la formación de centros agrícolas de comida y aumentar la conservación. Respaldamos proyectos que permiten la transición de operaciones dedicadas a ganadería hacia sistemas a base de plantas para alimentar comunidades, que a su vez expanden las comunas globales para apoyar la biodiversidad.
Los sistemas corrientes favorecen jerarquías en las cuales una minoría se beneficia de acceso absoluto a tierras y recursos mientras el costo ambiental y social se usa para servir o conseguir el resultado final. El modelo de tierra comunal o fideicomiso lucha por revertir este paradigma inculcando un sentir de beneficio compartido y por extensión un compromiso a la administración. Cambiando fundamentalmente cómo vemos, interactuamos y nos relacionamos con la tierra, podemos concebir un sistema agrícola que opere a fondo en apoyo de la salud humana y del planeta.
Poniendo tierras en fideicomisos, aspiramos ser modelo de cómo las tierras en sistemas comunales pueden dar aliento a regeneración ambiental y a administración de tierras mientras revierte inequidad y crea una cultura de abundancia.
Problemas con Consolidación
Hoy día, el 1 % de las grandes fincas globales, que forman el núcleo o corazón del sistema corporativo de comida, opera más del 70 % de la tierra arable del planeta. El 1 % de las fincas grandes en 15 países de Latinoamérica son dueños de más de la mitad de toda la tierra arable, mientras que el 80 % de las fincas pequeñas ocupan menos del 13 %. A escala global, sólo cuatro corporaciones controlan 65 % de las ventas agrícolas, otras cuatro controlan 50 % de la venta de semillas, y finalmente unas cuatro controlan 45 % de la venta de equipo agrícola.
Estas tendencias a la consolidación no están por parar, con expertos pronosticando la reducción de fincas de 616 millones en 2020 a 272 millones para fines del siglo 21 y un aumento al doble en el tamaño promedio de las fincas. Según se vaya jubilando la próxima generación de agricultores, más de 400 millones de acres de terreno arable cambiarán de dueño en los próximos diez años.
En cambio, no hace mucho que la mayor parte de tierra agrícola pertenecía a comunas, cuyos dueños y administradores eran las comunidades locales. Bajo esos sistemas, las comunidades locales organizaban reglas, normas y castigos apropiados que dictaban cómo se usarían y se compartirían los recursos.
Comunas y Cooperativas en el Mundo de Hoy
Empezando con el Reino Unido a principios del 1600, las comunas se privatizaron y la tierras pasaron forzosamente de comunas a manos privadas. Entre el 1604 y el 1914, se impusieron más de 5,200 actas de cercamiento, privatizando 6.8 millones de acres. La noción de privatización de tierras fue exportada, a menudo de manera violenta y genocida. Las comunas tradicionales alrededor del mundo sucumbieron al contagio de capitalismo y colonialismo dando lugar a la consolidación de tierras en el mundo de hoy. Aún con esta expansión, persisten amplias franjas de comunas y un movimiento dinámico y vibrante que tiene como propósito expandir estas áreas. A la vez que poseer tierra privada se siente universal o abarcador, existe una corriente de comunas con grupos laborando por expandir comunas por el mundo.
La doctora Elinor Ostrom fue la primera mujer ganadora del Premio Nobel en economías en el 2009 por su exploración de cómo operan las comunas en el mundo exterior. Ella demostró que comunidades unidas por lazos sociales e intereses compartidos encuentran maneras de bregar con conflicto y sobre explotación basándose en medios de administración apropiados culturalmente. La tragedia de las comunas — la idea de que la sobre explotación de recursos por ciudadanos económicamente razonables en búsqueda de autopromoción y sacar ganancias es inevitable — se refiere menos a recursos administrados por comunidades y más a corporaciones que tienen una obligación sistémica para con los accionistas y para extraer cada vez más ganancias sin tomar en cuenta el costo social o ambiental.
Mediante muchos ejemplos, Ostrom demostró que los recursos en manos de comunidades se pueden manejar de manera sostenible basados en ciertos criterios que determinan cómo se van a cuidar. Estos criterios se resumen en las siguientes 8 reglas:
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Las comunas requieren fronteras delineadas claramente.
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Las reglas deben reflejar circunstancias locales.
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Decisiones tomadas a manera participatoria determinan el cumplimiento social de las mismas.
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Las comunas deben ser supervisadas para asegurar la rendición de cuentas.
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Las sanciones o castigos deben ser medidos para evitar resentimiento y exclusión.
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La resolución de conflictos debe llevarse a cabo fácil y directamente para asegurar que los problemas se resuelvan de manera rápida y barata.
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Comunas legitimadas o validadas por alguna autoridad superior se toman más en serio.
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Las comunas funcionan mejor cuando forman parte de una red más grande que requiere cooperación a mayor escala.